Los nicaragüenses nos preguntamos a diario cómo podemos enfrentar dos batallas simultáneas que tienen al país sumido en la peor crisis de nuestra historia reciente: el régimen de Ortega y el COVID-19. Y hasta hoy esa pregunta sigue sin tener una respuesta clara.
En el tema de la pandemia, los ciudadanos no contamos con información transparente del Ministerio de Salud y por tanto desconocemos la realidad del avance de esta mortal enfermedad en nuestro país. Sin embargo, mantenemos desde hace varias semanas una lucha silenciosa pero efectiva para prevenir el contagio, y nadie se ha rendido, más bien hemos organizado cadenas de solidaridad para proteger a los de mayor riesgo, todos unidos con el objetivo de salvar vidas.
La batalla contra el régimen dictatorial debe ser igual, cada ciudadano opositor consciente de la supresión de nuestros derechos, debe continuar la lucha, que no necesariamente debe ser silenciosa pero debe ser efectiva, sumando esfuerzos para seguir exigiendo las reformas indispensables para que nuestro voto sea respetado y organizándonos para ganar la batalla electoral, que llegará más temprano que tarde.
Somos un pueblo que ha soportado casi dos siglos de guerras desde nuestros primeros años de vida independiente y siempre hemos superado todos los obstáculos para seguir avanzando, guiados por el ideal de una Nicaragua libre y próspera. No será diferente en esta ocasión, pero es el momento de comprender que debemos hacer grandes cambios en la forma de organizarnos y hacer política si queremos ganar estas batallas.
Lo que funcionó en el pasado no va a funcionar ahora. Nicaragua cambió a partir de abril de 2018 y el mundo está cambiando a raíz del COVID-19. Es fundamental que todos aceptemos esta realidad para ejercer liderazgos útiles, que ayuden a Nicaragua a asumir los enormes retos políticos, económicos y sociales, que sólo podemos superar mediante un verdadero esfuerzo nacional.
La demagogia populista ya no engaña a nadie y muchos discursos suenan vacíos y hasta ofensivos. El secretismo y las soluciones mágicas preparadas a espaldas de la gente ya no inspiran a un pueblo que, encabezado por la juventud, arriesgó su vida para exigir libertad.
Nunca ha sido más cierta la frase bíblica “La verdad os hará libres”, y así como exigimos que el régimen nos informe con transparencia sobre la pandemia, igualmente debemos hablar con honestidad sobre los esfuerzos, o la falta de ellos, para construir una verdadera alianza de oposición.
Si estamos logrando enfrentar la pandemia uniendo los esfuerzos individuales de todos ¿por qué no hacer lo mismo para luchar por nuestros derechos, para obtener nuestra libertad? Falta humildad para reconocer que nadie es dueño de la rebelión cívica de Abril, que esa rebelión fue un acto espontáneo de miles de ciudadanos impulsados por un ideal de libertad, entre los cuales hoy tenemos mártires, presos y exiliados. Y con ese ideal debe ser nuestro único compromiso, por encima de los intereses individuales o colectivos que, aun siendo legítimos, entorpezcan el logro del objetivo común.
En este momento crucial de nuestra historia, los nicaragüenses debemos ser capaces de juntar el idealismo y la valentía que nos impulsa a desafiar dictaduras y superar adversidades, con la disciplina y el realismo necesarios para construir y materializar una alternativa viable, que nos evite mayor sufrimiento y nos permita superar la realidad de represión, pobreza y atraso que vivimos.
Kitty Monterrey, Presidente Nacional del Partido Ciudadanos por la Libertad
Publicado por Diario La Prensa: https://www.laprensa.com.ni/2020/04/26/opinion/2667380-dos-batallas-que-ganar