Por: José Gregorio Contreras
Uno de los grandes debates al que se enfrenta la discusión política, es el tema de la justicia social. Las corrientes ideológicas tratan de darle respuestas desde sus diversas concepciones, los comunistas hablan de satisfacer las necesidades al igual que los socialistas y socialdemócratas, los socialcristianos hablan de lograr el bien común. Esto constituye un problema de enorme envergadura teórica y en este artículo trataremos de dar respuesta de cómo concebimos los liberales el tema de la justicia social.
Lo primero que podemos decir, es que las corrientes ideológicas distintas al liberalismo plantean, como exigencia moral, adoptar instituciones sociales justas, concebida así la justicia social, conduce a que sea interpretada, por un lado, desde la exigencia de instituciones o políticas que maximicen el bienestar social, las cuales serán juzgadas por las bondades sociales que produzca (consecuencialismo), y por otro lado, desde la concepción utilitarista, que determinará como justo aquel Estado social que mayor utilidad global produzca. Ya aquí tenemos una gran diferencia con estas ideologías, que tienen formas muy reduccionista de concebir la justicia social que terminan no dándole la importancia que se debe a tan valioso planteamiento.
Esta idea de maximización de la justicia que postulan esas ideologías, las llevan a configurar un sentido de justicia demasiado limitado, llevándonos a afirmar que de buenas intenciones está empedrado el camino del infierno, pues, estas concepciones excluyen ideas que son esenciales a una noción completa de justicia, y que para los liberales tienen mucha importancia como lo son: la libertad y la igualdad. Estas son consustanciales a nuestro modo de juzgar los asuntos sociales.
Para los liberales, las exigencias morales de construcción de los juicios sociales deben asegurar la igualdad de trato, ya que las exigencias racionales determinan que esa sea la única igualdad admisible. Tenemos muy claro que valorar no es lo mismo que desear. “Valorar es una actividad reflexiva que no se agota ni señalando cuánto se posee, ni cuán feliz o satisfecho se siente uno, ni siquiera qué realizaciones o qué modo de vida logra”. Para nosotros la calidad de vida que logra llevar una persona depende de la capacidad para elegir esa forma de vida. Pues la valoración va depender de la libertad que tiene un individuo, determinada esta por las capacidades con que cuenta, para llevar a cabo la vida que valora y elegirla.
Los liberales propugnamos la libertad de elección como una condición importante desde el punto de vista social. La justicia social para nosotros consiste, desde las ideas rawlsiana, en lograr una estructura social de libertades iguales para todos, de forma que favorezca máximamente a los peor situados en esa estructura. En definitiva lo que nosotros planteamos es la capacitación del individuo, igualdad de capacidades, puesto que solo estas representan la libertad real de elegir los modos de vida, lo contrario es dejar que nuestro destino dependa de otro o exponernos a ensayos políticos que solo buscan el sometimiento y control de la sociedad.
Aquellas ideologías que postulan un sistema de justicia igualitario sin privilegiar la libertad, en el fondo tienen una concepción totalitaria, pues los individuos no somos iguales, somos diversos y diversos de diferentes modos, nuestros fines y metas no son iguales, por eso ni el bien común ni las satisfacción de las necesidades son posibles, y al pretender realizarlo así en nombre de esa igualdad se termina matando la libertad, que es lo único que, junto a las capacidades puede permitir alcanzar la justicia social, sin libertad no es posible la valoración de lo que es justo y de lo que no lo es. Para lograr la justicia social hay que examinar las capacidades de las que podemos realmente gozar los individuos. Esto es lo que nos diferencia de las otras corrientes de pensamiento, independientemente de que estos hayan sido movidos por buenas intenciones, nosotros estamos claros que hay amores que matan, y, haciendo mías las palabras de Isaiah Berlin, digo: “Nadie encontrará en mí oídos cuando quiera hacerme creer que a cambio de la renuncia de las libertades democráticas recibo una justicia social u otra clase de ´libertades concretas’ “. Buena forma de decirnos que una justicia que suponga sacrificar la libertad, nos deja sin ninguna clase de libertad ni de justicia.