Mientras los gobiernos de la región y del mundo extreman el aislamiento social y se preparan para ofrecer a sus pueblos condiciones adecuadas en sus sistemas hospitalarios, a la vez que implementan medidas de naturaleza fiscal y financiera para apoyar a sus ciudadanos, en Nicaragua el régimen continúa con la represión y sus prácticas de desprecio a la dignidad de los nicaragüenses.
La falta de atención a los más pobres y necesitados de ayuda gubernamental, que dispone de millonarios recursos tanto de los fondos venezolanos como del BCIE para atender estas emergencias, da cuenta de un gobierno insensible, únicamente preocupado por sus bases fanatizadas y dependientes.
Los millonarios recursos financieros privatizados, producto de la cooperación petrolera venezolana deben servir para atender las necesidades más acuciantes de la población.
El más ostensible descaro de este gobierno continúa siendo el precio de los combustibles y de la energía eléctrica cuando el valor del barril de petróleo cayó, sin precedentes en el planeta, a niveles que vuelven ofensivos el valor de los derivados del petróleo al día de hoy en nuestro país.
Convirtieron en un negociado familiar lo que se suponía sería para construir un país socialista, solidario y cristiano, como reza la demagogia oficialista.
No podemos seguir permitiendo y aguantando tanto descaro, tanto abuso y corrupción.
Este segundo aniversario de los sucesos de abril del 2018 debe servir para trazar desde ya una ruta clara y definitiva para desalojar a la dictadura del poder y recuperar la libertad como fundamento para construir un sistema democrático, objetivo supremo del Partido Ciudadanos por la Libertad.