Por: Alexander Gómez.
Nicaragua, es el país que entre sus símbolos patrios tiene dos banderas nacionales, la Azul y Blanco adoptada desde el año 1908, y la rojinegro impuesta mediante una reforma constitucional aprobada por los sandinistas en la Asamblea Nacional recientemente.
El régimen sandinista retornó al gobierno promoviendo un discurso de paz, manifestando consignas populares a favor de los pobres, y proyectando la bandera del FSLN en señal de simbolismo partidario predominante.
La bandera partidaria empezó a tener relevancia en actos gubernamentales, instituciones estatales y centros públicos, para mantenerse en constante campaña política a fin de manipular la conciencia ciudadana mediante símbolos visuales, convenciendo a la población que la ejecución de servicios públicos y programas sociales eran financiados por el FSLN.
En un país con institucionalidad democrática, la bandera nacional representa a sus miembros como parte de una determina sociedad, por la que están cobijados ciudadanos y gobernantes, enarbolada con respeto y bajo ninguna circunstancia es sustituida por la bandera del partido político en el poder ejecutivo.
En los últimos años, el uso de la bandera nacional ha sido objeto de criminalización en contra de opositores, bajo la lógica del régimen, quien se siente representado por la bandera Azul y Blanco está en contra del sandinismo. Lo que, en un país en condiciones normales, sentir orgullo por la bandera nacional es patriotismo, y no un acto de terrorismo como sucede en Nicaragua.
Han impuesto su bandera política en total ilegitimidad en señal de poder a través de sus prácticas represivas, intentando someter a la mayoría de nicaragüenses a comulgar con el sandinismo, pero los intereses del sandinismo no estarán nunca por encima de los valores de la patria, porque el Frente Sandinista solo representa las desgracias del socialismo y su bandera es símbolo de sangre, luto y dolor.
Su uso además de representar el daño enorme causado a Nicaragua, genera un costo innecesario que suma al gasto público. Mientras se gastan miles de córdobas en la compra de banderas partidarias, el daño en la infraestructura de las escuelas públicas es cada vez más notable, mientras somos reprobados en calidad educativa.
El régimen prefiere invertir esfuerzos en acciones de manipulación política a través del adoctrinamiento en todos los niveles, que incentivar el pensamiento crítico, el debate abierto y el conocimiento porque saben que la educación es la base fundamental para toda sociedad libre, lo cual aniquila sus pretensiones dictatoriales.
Al imponer la bandera sandinista como símbolo patrio el régimen apuesta por adoctrinar a las futuras generaciones, para que los niños y jóvenes crezcan normalizando tal imposición y pensando que, gracias al Frente Sandinista, al comandante Daniel, a la compañera Rosario, tienen educación y salud gratuita, aunque estas sean de pésima calidad.
Por ello, una vez restablecido el proceso democrático deberá aplicarse con rigor la prohibición de colocar bandera alguna de partidos políticos en entidades públicas, ni utilizar dichos símbolos en actos gubernamentales, la única que debe estar es la Bandera Nacional colocada en escuelas, hospitales, e instituciones públicas.
Lamentablemente, hoy se prohíbe el uso de la Bandera Nacional que nos representa a todos, es un reflejo de la dura realidad que el país vive, gobernados por una dictadura que se sustenta por el uso de la fuerza y la ilegitimidad.