Kitty Monterrey
Los partidos políticos son las principales organizaciones a través de las cuales se expresa y participa políticamente la ciudadanía, esa es una realidad prácticamente en todo el mundo civilizado. El que en Nicaragua una gran mayoría de los políticos se haya alineado con la dictadura a cambio de favores, no descalifica a los partidos políticos como una de las instituciones básicas del sistema democrático y tampoco convierte en zancudos a quienes quieran organizarse como partido.
Se afirma frecuentemente que la única forma de obtener una personalidad jurídica como partido antes de las próximas elecciones, es por la voluntad de Ortega, y es cierto, porque precisamente eso es parte de lo que significa la palabra dictadura, donde todo depende de la voluntad del dictador. Pero eso no resta legitimidad al esfuerzo para lograrlo sin pedir favores ni aceptar chantajes.
Muchos de quienes hoy descalifican la participación de los ciudadanos en partidos políticos han ejercido cargos públicos por postulación de un partido, otros son politólogos o consultores que han hecho sus carreras profesionales alrededor de la política. Por eso no es aceptable que continúen tratando de confundir a la ciudadanía contraponiendo partidos políticos y sociedad civil, cuando saben perfectamente que ambos son necesarios para que exista y se fortalezca un sistema democrático.
Las organizaciones de sociedad civil merecen todo nuestro respeto, pues han ayudado a mejorar la vida de muchas familias y a visibilizar problemas sociales, actuando muchas veces con más eficacia que el propio Estado. Esas son las expresiones genuinas de sociedad civil. Pero las organizaciones políticas con o sin personalidad jurídica, no lo son, y tampoco han sido electas por nadie para representar a los ciudadanos, ni para declararse dueños del azul y blanco y la protesta autoconvocada.
La rebelión cívica de abril fue expresión de la fuerza de la verdadera sociedad civil, cuando cada sector se organizó para manifestarse y hacer frente a la represión. Esos sectores que conforman la sociedad civil son los que ahora deberían unirse, fortaleciendo su representatividad, preparando propuestas para el país que queremos y renovando las acciones de resistencia cívica. El embrión de esa alianza opositora en la que todos nos vamos a sentir representados está en ellos y no en liderazgos auto electos, que más bien están siendo factor de división y repitiendo los mismos vicios de la política tradicional.
No se debe seguir desperdiciando tiempo y recursos en disputas internas por cuotas de poder y tratando de construir la “nueva oposición” con grupos que han sido y siguen siendo parte del pasado. Es tiempo de unir esfuerzos y caminar todos en la misma dirección, asumiendo responsabilidades y aportando cada uno conforme su propia naturaleza y capacidades.
Con la esperanza de que cada vez más nicaragüenses asuman ese reto, nosotros vamos a seguir trabajando, de forma coherente con los objetivos que nos propusimos al fundar Ciudadanos por la Libertad, para alcanzar un consenso sobre las reformas necesarias para que haya elecciones libres y ser parte de una alianza opositora fundada en principios y valores, que derrote cívicamente a esta dictadura.
Y junto a esas tareas inmediatas, vamos a seguir predicando con el ejemplo para reivindicar el valor de la política ejercida de forma decente y con la participación de todos los ciudadanos, que es el fundamento de la democracia sólida que necesitamos para prosperar sin la amenaza de una nueva dictadura.
LA AUTORA ES REPRESENTANTE NACIONAL DEL PARTIDO CIUDADANOS POR LA LIBERTAD