Voy a referirme en este artículo a la juventud nacida en los 70s. Esa juventud que quedó atrapada en un espacio y tiempo en que sus oportunidades de desarrollar su participación y sus propuestas políticas simplemente quedaron en un limbo.
Mientras los nacidos entre el 50 y 65, eran capaces de insurreccionarse y provocar la caída de una dictadura, la de Somoza, los que nacimos en los 70s, y me incluyo, fuimos testigos inertes de una transición de una dictadura a otra. No era edad para ser protagonistas. Esa juventud, que fue tenida por heroica, sacrificada, estimada por la mayoría del pueblo, por devolverle las esperanzas por un futuro mejor, a raíz de su triunfo revolucionario, lamentablemente ocultando sus verdaderos propósitos, escondiendo bien su agenda de izquierda, tratando de dar falsas garantías con su siempre vigente frase, “esta lucha no es ideológica”, y con tantas otras manipulaciones, fueron capaces de darle al pueblo un sentimiento de urgencia que no importaba lo que viniera con tal de salir de Somoza. Una vez con el poder de las armas, con su “dirección nacional ordene” le robaron el futuro a Nicaragua en los siguientes 40 años. Y lamentablemente, esa misma juventud, elogiada por derrotar una dictadura, se convirtió en pilar para sostener a otra. ¡Lamentable a esa edad desandar lo andado!
Luego vino el período entre el 80 y 90. Los nacidos entre 60 y 70 tuvieron la terrible suerte de toparse con el SMP, que los obligó a empuñar las armas para defender la dictadura de turno. ¡Cuántas vidas y cuántos sueños perdidos! ¡Cuántas consecuencias! Mi generación nos correspondió estudiar la primaria y secundaria con la educación promovida por la izquierda. Sin embargo, la universidad la iniciamos con un nuevo entusiasmo, con una nueva luz de esperanza hacia el futuro. Recuerdo en mi graduación de administración de empresas en la UCA, al final del período de doña Violeta, nos dieron la oportunidad a los graduandos de proponer un eslogan. Yo propuse uno que recogía el sentimiento de una nueva Nicaragua: “nos educaron para la patria, somos profesionales para la nueva era”. Terminó siendo el eslogan de la graduación. Salíamos de la universidad con entusiasmo de ser protagonistas en construir la nueva Nicaragua.
Pero la nueva Nicaragua se empantanó en acuerdos y pactos caudillistas. Las oportunidades de participar a la juventud se vieron limitadas. Algunos de mi generación fueron privilegiados, incluso llegaron a estar en círculos de poder. Algunos los oí decir, sin ningún reparo, que si seguir a un caudillo era enfermedad ellos ya estaban incurables. ¡Era el precio a pagar de esa juventud para estar ahí! Salvo esos pocos privilegiados, la gran mayoría de esta juventud, los nacidos del 70 en adelante, era ignorada por los nuevos adultos en el poder, hasta que venía la nueva campaña electoral y pegar volantes, acompañar caravanas, buscar y ser fiscales, entre otras cosas era la participación política.
Mientras esto ocurría con la generación de los 70s, nos adentrábamos ya al nuevo siglo. Los nacidos en el 90 ya se hacían sentir como la nueva juventud. Pero también el país, a partir del 2007, entraba a otra dinámica. Una nueva dictadura. Era el fin en política para algunos que apenas empezábamos a tener la oportunidad de aportar nuestras ideas. Todas las oportunidades de participación en la vida política que no fuera la gubernamental parecieron congelarse. La apatía y la indiferencia comenzó a dominar las voluntades de la mayoría del pueblo, incluyendo a mi generación. La nueva juventud, ahora ya no solo la del 90 sino los nacidos a inicios del nuevo siglo, parecían contagiarse de la misma indiferencia y apatía, refugiados quizá en los nuevos escapes que ofrece la tecnología de hoy. Y todo parecía seguir una línea constante, sin fin, hasta que llegó abril 18.
Esa generación de los 70s, que hoy tiene entre los 40 y 50 años, quedó en un limbo. Las nuevas generaciones nacidas entre 1990 al 2005, protagonistas de la lucha de abril 18, reclaman su espacio ganado con sacrificio y heroísmo. Mientras se produce en el país un forcejeo generacional, entre esta nueva juventud y aquellos otrora jóvenes, protagonistas en política desde los 80s hasta hoy. Enfrentamos el dilema, mi generación de los 70s, por una parte, seguimos siendo jóvenes sin experiencia para los políticos adultos que aún son protagonistas y, por la otra, para la nueva juventud, ya somos parte de los viejos, aparentemente con las mismas mañas y vicios, que hay que reemplazar. ¡Un verdadero limbo!
La generación de los 70s dejó de ser jóvenes para los partidos políticos, que tienen como límite los 35 años y debutó en la adultez en una dictadura, sin oportunidad de desarrollarse en política, salvo los partidarios del gobierno. Sin embargo, es una generación que ha visto tanto que perfectamente conoce y sabe lo que debe y lo que no debe hacerse. Es una generación que sabe filtrar quienes significan continuación de lo mismo y que, sin duda alguna, debe de ser protagonista para una verdadera transformación democrática del país.
Es una generación que reclama salir de ese limbo histórico en que se ha visto obligada ver pasar sus mejores años. Es una generación que no ha tenido la oportunidad de ser escuchada, mucho menos aún de ser protagonista y tener el control y el nivel de autoridad que se necesita para impulsar su visión y sus propuestas. Al final, es un grupo que representa el 10 % de la población que, junto al rango poblacional entre 20 y 39 años, representa el 44% de la población. Esto es, 44 % de una nueva visión de nación que pasa por una nueva forma de hacer política y, capaz de comenzar a transformar la cultura política del país.
Finalmente, esta generación de los 70s, que está entre dos juventudes que se alzaron en rebelión contra sendas dictaduras, que ya vio y sufrió como la primera de esas juventudes llevó al país por un desierto 40 años, sin duda espera, además de ser protagonista de la nueva Nicaragua, que esta nueva juventud rebelde no signifique otro desierto de 40 años para este sufrido pueblo, que demostró en abril 18 que ya no quiere más de lo mismo.
Autor: Jaime Rodríguez, Presidente Departamental CxL Estelí.