Jaime Rodríguez
En el debate nacional está intensa la presión que la oposición tiene que ir unida. ¡No importa cómo! Hay planteamientos y apologías tan absolutistas que, además de opacar algún destello democrático, hace ver a la Oposición Única como el símil del Partido Único. Ninguna otra fuerza o actores políticos pueden expresar otra visión y planteamientos porque, ipso facto, es víctima de todo tipo de descalificación.
En un enfoque muy cortoplacista los ejes de necesidad y urgencia de la ansiada unidad es ganar las próximas elecciones. ¡Ciertamente, es imperativo hacerlo para salir de la crisis! Sin embargo, contrario a este cortoplacismo, ganar las elecciones en solo un paso, clave, fundamental, un sine qua non, estamos claros, pero no el fin último, es apenas el principio para darle a Nicaragua la oportunidad de elevar a otros estándares superiores su normalidad.
La mayoría de los nicaragüenses también estamos convencidos que mientras no transformemos nuestra cultura política, mientras no desmontemos los factores que propician el caudillismo, la corrupción y las dictaduras, difícilmente vamos a conseguir paz y progreso. ¡Llevamos 200 años anhelándolos! No hacerlo implica tener siempre el mismo estándar de normalidad. Ningún nicaraguense quiere un futuro donde estará mal. Nadie sensato quiere seguir en lo mismo.
Por esa razón, a los que pregonan la idea que el objetivo fundamental es ganar las elecciones y que para eso hay que ir unidos como sea, les pregunto: ¿Y MAÑANA QUÉ? Para poder elevar el estándar hacia una nueva normalidad tenemos que romper con los vicios que nos hunden en la pobreza. La nueva normalidad debe ser capaz de erradicar el caudillismo, imposibilitar el advenimiento de nueva ola de corruptos y, en definitiva, que impida las pretensiones dictatoriales.
La oportunidad está latente. ¡Ahora es cuándo! Ya desperdiciamos algunas en el pasado. Por eso resulta vital que no caigamos en la manipulación de quienes quieren la normalidad de siempre. Para lograrlo se necesita que eliminemos el riesgo que el próximo gobierno vuelva a ser un gobierno huérfano. La única forma de evitarlo es con una bancada sólida y unida en la Asamblea Nacional, el respaldo de un partido político democrático y organizado, más una población dispuesta a involucrarse en la participación ciudadana y organizarse en respaldo a la ejecución de un proyecto de transformación democrática de Estado y sociedad. Lo contrario, condenaría nuevamente a los nicaragüenses al “ayer y ahora”. ¡Conozcamos la historia!
Reconozco el derecho de todos a participar y aspirar al poder. Pero también tenemos el derecho y el deber de alertarnos los demócratas y liberales de las manipulaciones de sectores que hoy pueden venderse como oposición y demócratas por conveniencia, pero que el día de mañana pueden ser hasta oposición para el nuevo gobierno en la Asamblea Nacional, facilitar la unidad de quienes pretendan volver a gobernar desde abajo y, lo que sería más irónico, con el mismo respaldo de los votos democráticos del país.
Quizá no pueda hacerlo el jueves 11 de noviembre, pero si no tenemos cuidado en ver venir ese escenario y de no esquivar esas manipulaciones y oportunismo, en algún momento del 2022, cuando estemos en la misma normalidad de siempre, que no bastó con triunfar, también tendré que escribir: “yo también se los dije.”
El autor es Presidente Departamental Ciudadanos por la Libertad de Estelí.