Miembros del Comité Ejecutivo Nacional y Convencionales de Ciudadanos por la Libertad
Hermanos nicaragüenses:
Ante todo, agradezco la confianza que han depositado en mí los miembros de Ciudadanos por la Libertad y de la Alianza Ciudadana, al confiarme esta responsabilidad histórica con Nicaragua.
Pueden estar seguros de que no los defraudaré, y que unidos con todos los nicaragüenses que aman la democracia, vamos a recuperar la libertad el próximo 7 de noviembre.
Acepto agradecido esta responsabilidad, que nunca pensé tener que asumir, porque iniciamos este proceso de selección de un candidato presidencial con la participación de excelentes líderes políticos, provenientes de todos los sectores de la sociedad nicaragüense, capaces y convencidos igual que nosotros de la necesidad de una transición pacífica de la dictadura a la democracia, que nos permita construir una Nicaragua con libertad y prosperidad.
Hoy, la mayoría de los hombres y mujeres que aún en condiciones muy difíciles expresaron su voluntad de servir a Nicaragua desde una candidatura presidencial, pagaron el costo de enfrentarse a una dictadura y son parte de los más de 130 presos políticos.
Igualmente, muchos líderes políticos sociales y gremiales están siendo perseguidos, en un claro esfuerzo del régimen para que los nicaragüenses nos desanimemos y renunciemos a la participación electoral, que es la única vía cívica posible para recuperar la democracia.
Y ante esta realidad tenemos la obligación, como nicaragüenses y como demócratas, de asumir el relevo, un relevo que no es fácil, ni libre de riesgos, pero que es necesario para llevar hasta el final y ganar esta la lucha cívica.
Por eso, cuando en el proceso de consulta dentro del partido y diversos sectores sociales se me propuso la candidatura presidencial, dije SÍ, con el único objetivo de poder representar en esta batalla cívica, desde una organización genuinamente opositora, a un pueblo que quiere vivir en paz y recuperar su libertad.
Agradezco también a Berenice Quezada, una joven capaz y valiente, que nos honra a todos aceptando el reto de trabajar por Nicaragua, acompañándome en la fórmula presidencial,
Esta candidatura no es mía, ni de una alianza política, esta candidatura pertenece al pueblo nicaragüense,
- un pueblo valiente y trabajador,
- un pueblo amante de la libertad, que no quiere volver a ver sangre en las calles como en 2018, ni en las montañas como en los años 70 y 80,
- un pueblo que no quiere volver a ver presos políticos, ni torturados ni perseguidos, ni exiliados.
Mi único compromiso es con el pueblo de Nicaragua, del que formo parte.
Por eso, mi primera tarea será ayudar a que todos los nicaragüenses nos unamos con un mismo objetivo, guiados por un Proyecto de Nación donde todos estemos representados.
A pesar de los esfuerzos del régimen para promover el odio entre hermanos, los nicaragüenses hemos demostrado nuestra vocación cívica, porque estamos convencidos de que un pueblo unido, depositando su voto con la misma valentía y decisión con el que ha reclamado libertad en las calles, es más fuerte que cualquier voluntad totalitaria.
Asumo esta responsabilidad sabiendo que no soy un político en el sentido tradicional, durante muchos años he tratado de aportar al desarrollo de Nicaragua desde el sector privado, después de haber vivido en carne propia la dolorosa experiencia de una guerra civil.
Como muchos sabrán, siendo joven, en los años ochenta, luché durante 10 años en la Resistencia Nicaragüense, formada en su mayor parte por campesinos humildes que, ante la opresión de un régimen que pretendía imponerles una ideología contraria a sus valores, no encontraron otra opción que la lucha armada.
Esa guerra dolorosa, porque fue una guerra entre hermanos, pudo ser evitada si el sandinismo hubiera cumplido en 1979 su promesa de democracia y permitido elecciones libres.
Porque en la Resistencia Nicaragüense no estábamos luchando por una bandera partidaria ni por los intereses de ninguna potencia extranjera, estábamos luchando por algo tan sencillo como la libertad de poder conservar nuestras tierras, de sembrar y vender libremente nuestras cosechas y vivir en paz junto a nuestras familias.
A finales de la década de los 80 me tocó ser parte de las negociaciones de paz, unas negociaciones difíciles donde tuvimos que superar la desconfianza y el rencor, pero que al fin hicieron posibles las elecciones de 1990, donde el pueblo con su voto alcanzó la democracia.
Debemos recordar que, en 1990, también salimos a votar bajo una dictadura y en un país militarizado.
¡Pero este pueblo, unido, y armado solamente con su voto, demostró ser invencible!
Y estoy seguro de que ahora, frente a ese mismo régimen totalitario, vamos a volver a triunfar.
Desde entonces, he sido productor agropecuario y quiero seguirlo siendo, para poder trabajar junto a mi familia y en un país libre.
Mi mayor aspiración es contribuir a que todos vivamos en una Nicaragua en paz, dónde cada uno podamos dedicarnos a trabajar, a construir una vida sin el temor de ser encarcelado por pensar diferente y donde el Estado esté al servicio de los ciudadanos y no sea utilizado por unos pocos para acumular riqueza y oprimir a la mayoría.
Y para hacer realidad esa aspiración, que todos compartimos, voy a poner todas mis energías para que estas elecciones mediante el voto de todos por la Alianza Ciudadanos por la Libertad y superando todos los obstáculos, sean el inicio de una verdadera transición democrática.
Estoy seguro, que, con la participación de todos y con la ayuda de Dios, el 7 de noviembre vamos a empezar a construir esa Nicaragua por la que han dado su vida tantos hermanos.
Es necesario que este régimen entienda que la única forma de superar esta crisis nacional, que nos está afectando a todos, es permitir que el pueblo vote libremente y que su voto sea respetado.
Y la realización de elecciones libres, empieza por devolvernos a los nicaragüenses los derechos de expresión y movilización y liberar a los presos políticos.
Este proceso electoral no es ni debe ser un enfrentamiento entre hermanos, debe ser un acto cívico, mediante el cual la mayoría elija libremente gobernantes democráticos, que respeten los derechos de la minoría y enrumben al país por un mejor camino.
En la Alianza Ciudadanos por la Libertad estamos asumiendo el compromiso de ser factor de unidad y de esperanza para que los nicaragüenses recuperemos la libertad y podamos hacer de Nicaragua un país donde todos tengamos oportunidad de trabajar y prosperar.
Estoy consciente de que es un reto inmenso, que solo podemos alcanzar unidos y a costa de muchos sacrificios.
Pero después de doscientos años de luchas y sufrimiento, los nicaragüenses nos merecemos una nueva oportunidad como Nación.
Por eso, invito a todos los nicaragüenses a que trabajemos juntos, ayudándonos y escuchándonos, superando las diferencias, reconociéndonos como hermanos, con valentía y con esperanza, para que por fin podamos hacer realidad esa Nicaragua en Libertad, Justicia y Democracia, por la que tantas generaciones se han sacrificado.
Muchas gracias.