Rodolfo Quintana
Las circunstancias del nacimiento de una persona o una institución son fundamentales para entender su naturaleza.
Como recordarán quienes participaron del proceso de fundación de Ciudadanos por la Libertad, surgimos por una decisión de los liderazgos locales, no por una ocurrencia de la academia o la geopolítica.
Nacimos porque, después que el régimen desmanteló el Partido Liberal Independiente, los líderes locales decían a diario, en aquel intenso primer grupo de WhatsApp, que no querían darse por vencidos, que no querían irse a su casa resignados a vivir bajo una dictadura.
Mientras tanto el régimen, después de la farsa electoral de 2016, tratando de evitar las sanciones internacionales, había iniciado una negociación con la OEA y daba pequeñas muestras de apertura política de cara a unas próximas elecciones nacionales, que entonces veía muy lejanas.
Por eso el 28 de noviembre de 2016, representando a los no resignados, los fundadores de este Partido fuimos al Consejo Supremo Electoral, no a limosnear una personería jurídica, sino a exigir que se nos reconociera como una realidad política con presencia nacional y a decir que lo podíamos demostrar en los términos que exige la Ley Electoral.
Y además de toda la documentación legal, presentamos el calendario de las 170 asambleas municipales y departamentales, que pretendíamos realizar sin más recursos que la voluntad de los no resignados, quienes desde cada municipio habían dicho “le vamos a hacer la fuerza”.
Y así empezó ese caminar de seis meses, sorteando las dificultades y las trabas de un régimen que, aunque no creía que representáramos una amenaza a su poder, en esa Nicaragua tan “normal” previa a Abril, estaba decidido a dificultar el proceso, con exigencias como trasladar a los asambleístas desde sus municipios hasta la cabecera departamental y mandarnos a realizar, no una, sino dos convenciones nacionales en menos de dos meses.
Desde nuestras primeras asambleas municipales, en el salón prestado de un hotel de Granada y en el patio de una casa en Nueva Guinea, muy cerca del fogón donde se preparaba el almuerzo, hasta nuestra segunda convención fundacional celebrada en la calle, usando como tarima una rastra, también prestada, el camino no fue sencillo; pero lo anduvimos sin buscar veredas, sin pedir favores y sin culpar a quienes decidieron no acompañarnos.
Por eso hoy cualquiera puede consultar en los archivos periodísticos y en las redes sociales cómo nació este Partido, asamblea por asamblea, formado por gente común, muchos sin conocernos entre sí, pero unidos por una visión común y por la convicción de que, tarde o temprano, más nicaragüenses la compartirían.
Porque nacimos en verano y bajo el sol, no somos ni zancudos ni vampiros y, en el ambiente de descalificación característico de nuestra contracultura política, no aceptamos, ni por condescendencia ni por falsa modestia, esos calificativos que no tienen nada que ver con nuestra naturaleza.
Este es un partido donde los liderazgos locales existen y tienen la última palabra, que no se reduce a un local y un manojo de llaves, ni a unos sellos que podamos entregar o negociar, sino que es un partido de gente, con ideas, propuestas y una experiencia de vida defendiendo sus principios.
Cuando hablamos desde Ciudadanos por la Libertad, parafraseando la consigna que muchos repetimos tantas veces durante las marchas de Abril, podemos decir que “no somos uno, no somos diez, y quien tenga dudas que nos cuente otra vez”, y va a encontrar en cada municipio Ciudadanos por la Libertad con sus propias realidades, pero comprometidos con una causa.
Y como así nacimos, así somos. Por eso, no le tenemos miedo a organizarnos y a reorganizarnos como lo hicimos el año pasado, cuando sorteando la represión, hicimos asambleas para sustituir a los directivos que habíamos perdido a causa de la persecución y exilio.
Por eso, quisiéramos para Nicaragua una alianza opositora construida de la misma manera, a la luz del sol, cohesionada por una visión común, donde todas las voces sean oídas y donde la “alta dirigencia” sea simplemente facilitadora de procesos, porque eso genera legitimidad para poder demandar al régimen elecciones libres y para ir donde cada ciudadano a pedirle que asuma riesgos para exigir unas elecciones libres y derrotar en ellas a esta dictadura.
En las circunstancias actuales, confiamos y queremos aportar a un proyecto político donde todos estemos unidos por el amor a la Patria, no como un concepto abstracto, sino como ese conjunto de personas de carne y hueso que quieren progresar en su tierra junto a sus familias, dejar atrás el miedo y ser escuchados sin tener que salir a la calle a dialogar con los fusiles.
Soñando con esa Patria nacimos y por hacerla realidad seguimos trabajando.
(*) El autor es Secretario Nacional de Ciudadanos por la Libertad