Hace ya cuarenta años los nicaragüenses vimos cómo la caída de una dictadura militar de derecha, no trajo consigo ni la democracia ni la paz mucho menos la utopía del “hombre nuevo” sino de una dirigencia confiscatoria y piñatera, que en nombre de la mal llamada “revolución popular sandinista” llevó a la guerra y al exterminio al país y a miles de jóvenes.
Destruyó la infraestructura productiva. Nos sometió a un alineamiento con la ex URSS y nos enfrentó con los Estados Unidos de América y países democráticos del mundo. Hoy, parte de esa misma dirigencia de los ochentas, vuelve a ponernos al servicio de los oscuros intereses del eje Moscú-La Habana-Caracas y ahora algunos países fundamentalistas islámicos.
Lo que nos queda de esa época es una herencia nefasta de pobreza, exilio, muertos, familias divididas, un país sin destino y en manos de una minoría de “revolucionarios” que continúan beneficiándose de los recursos del Estado, acrecentados por los petrodólares de la cooperación venezolana que ha sido privatizada, sangrando más al pueblo trabajador de nuestra Patria.
Celebrar otro aniversario de una revolución fracasada y traicionada es una solemne pérdida de tiempo y de recursos. Lo que se celebra ahora, con los bienes públicos, instrumentalizando a los empleados del estado, es el culto a la personalidad de un hombre y su esposa que pasarán a la historia como los últimos dictadores de Nicaragua y del continente.
Efectivamente no hay nada que celebrar.
Celebraremos cuando recuperemos y reconstruyamos la República. Cuando la libertad en todas sus formas regrese al suelo patrio. Cuando las instituciones del Estado no estén subordinadas a esta suerte de Zar y Zarina tropical y el pueblo nicaragüense viva sin policías ni para policías, ni el asedio de turbas, ni control del G2 cubano y de los remanentes de la antigua seguridad del estado.
Cuando podamos trabajar y producir en paz, sin amenazas ni confiscaciones disfrazadas. Cuando la economía sea libre y la política sea el arte del bien común y del servicio al ciudadano.
Mientras tanto seguiremos luchando desde nuestro partido por una salida cívica y pacífica que pasa por elecciones adelantadas, hasta recuperar la libertad, la democracia y la paz definitiva.